La convivencia entre los hijos y los padres es primordial, no sólo en el ámbito familiar, sino también de cara a su lugar de estudio, porque todo lo que aprenden en casa lo ponen en práctica allá donde estén. Esto me lleva a reflexionar sobre un punto: Si a un niño se le presta atención y se le aconseja cada vez que lo necesita por aquellas personas que se preocupan por mejorar su vida, ya sean sus padres o sus profesores, ese niño crece con buenas conductas. Pero si esas personas no están involucradas en su futuro y en su vida, desatendiéndoles, sin aconsejarles en nada, repercutirán en que dicho niño pierda muchas ocasiones de aprender.
Por eso, hay que ofrecer constantemente oportunidades a los niños durante sus vidas, porque llegará un momento en el que quizás sienten la cabeza por muy perdidos que aparenten estar. La ley de protección de menores indica que si se tiene conocimiento de que un menor no está escolarizado habrá que ponerlo en sabiendas de las autoridades. Hay demasiado fracaso escolar y ello implica a la delincuencia juvenil.
Como nos cuenta el Juez Calatayud en los dos vídeos estudiados en clase, los padres tienen problemas con sus hijos a día de hoy. Ni la figura de los padres, ni la de los profesores, representan una autoridad para los jóvenes. En cuestión de poco tiempo, se ha pasado del padre totalitario a aquél que ha de argumentar y dialogar con sus hijos para conseguir un fin, por simple que sea.
La generación del juez ha pasado de ser esclavo de sus padres a serlo de sus hijos. En las escuelas ha pasado lo mismo, ya no hay respeto, antes el hijo se quejaba de una bofetada del profesor y el padre le daba otra porque “algo mal habría hecho para recibirla”. Ahora denuncian a los profesores directamente cuando se les expulsa de clase.
Los padres deben velar por sus hijos, alimentarles, educarles, formarles, administrar sus bienes pero a su vez, corregir razonablemente a sus hijos, aunque a día de hoy los hijos denuncian a sus propios padres ante cualquier discusión. Pero los hijos, por su parte, deben obedecer, respetar a sus padres y contribuir económicamente siempre que estén bajo su potestad. Por lo tanto, al pertenecer a una familia tienes unos deberes igual que unos derechos.
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